Seclantás

Una semana y media cuidando dos gatos, plantas y el espacio de Martina y Johan

Llegamos a Seclantás muy cansado tras subir la Cuesta del Obispo y ya de noche gracias a que Marcelo nos llevó en su furgoneta. Martina y Johan nos recibieron con linternas ya que no tienen electricidad, porque no quieren, y con un guiso de verduras que estaba casi a punto. Antes de la cena estuvimos charlando y conociéndonos un poco. Martina es alemana y estuvo viajando 15 años por el mundo en moto y en furgoneta tras adoptar una perra, Perla. Johan es de Sudáfrica y también ha sido viajero. Ambos se conocieron en China y decidieron juntar sus vidas. Siguieron viajando por un tiempo, pero fue en la zona andina donde quisieron construir su casa. Hace seis meses compraron este terreno en Seclantás (1 Ha), donde pueden estar más en harmonía con la naturaleza y huir del capitalismo y del consumo. Viven con lo indispensable, lo que excluye la electricidad y la renuncia a otras comodidades. De momento están construyendo su casa, que es circular y hecha en adobe, piedra y madera, junto a otros elementos de decoración como botellas.

Casa de adobe de Martina y Johan

Ahora iban a comenzar a poner el techo y era en lo que íbamos a ayudarlos a la vez que aprendíamos un poco sobre este tipo de construcciones. En su finca teníamos que dormir en tienda y al estar en los Andes a las puertas del invierno, pensábamos estar una semana o semana y media.

En uno de estos días al levantar por la mañana el agua aparecía congelada

Martina y Johan ya nos habían dicho que cuando llegásemos aprovecharían para ir hasta la frontera con Chile, la más próxima, para renovar sus pasaportes. De modo que íbamos a estar los primeros cinco días a cuidar de sus gatos, Raj y Babu, uno de ellos rebautizado como Pan pues siempre se nos comía el pan que traíamos de Seclantás. También cuidamos sus plantas y el espacio. Para sorpresa de todos, su vuelta se fue retrasando debido a las tormentas de nieve que cayeron en los pasos de frontera, el Paso de Jama y el Paso de Sico, permanecieron cerrados muchos días. Por este imprevisto acabamos por no volver a coincidir con ellos.

Raj y Babu

Nuestra semana y media fue diferente de lo esperado y nada aprendimos de construcción en adobe. Aprovechamos para relajar, a pesar del frío de algunas noches, en las que pusimos hoguera y vimos unos cielos espectaculares. Otras noches no hizo tanto frío, mientras que los días eran siempre soleados y calientes, apropiados para una buena ducha al aire libre. La construyó Johan y el agua se calienta a través de las mangueras expuestas al sol y dura unos 30 minutos. Un inconveniente era el viento que soplaba fuerte todos los días a partir de las tres de la tarde. También aprovechamos para actualizar el blog un poco abandonado por la falta de tiempo y sobre todo de internet. Para coger internet teníamos que hacer un camino que entre ida y vuelta era de unos 12 km hasta Seclantás por un camino de tierra y piedras con lo que aprovechamos para conocer un poco la zona.

Momentos de ocio
Por la mañana los colibris venían siempre a chupar el néctar de esta planta parsáita del algarrobo, quintral (Tristerix corymbosus)
Parte del camino a Seclantás

Seclantás, es un nombre que se cree proviene de un nombre de indígenas que habitaba el lugar, siendo el único pueblo del valle que se encuentra a la derecho del río Calchaquí. Es una localidad que tiene su origen en la primera mitad del siglo XIX, a partir de la construcción de su iglesia. En el año de 1814 fue el punto de reunión de los patriotas en los valles, constituyendo la Junta Vallista que auxilió a Belgrano en su retirada de Tucumán, tras las derrotas sufridas en la lucha por la independencia de España.

Plaza de Seclantás
Rio Calchaqui a la entrada de Seclantás

El pueblo preserva construcciones antiguas y es un lugar pintoresco y poco turístico. Es muy pequeño y no hay un café o lugares con internet, con lo que al inicio fue difícil y debíamos usar la red de la policía, hasta que encontramos un local que además de conexión libre a internet tenía tomas para cargar los móviles y el portátil. Aunque hacer este camino era bastante cansino.

En una de estas idas y venidas perdimos la bomba de inflar y teníamos una rueda pinchada, de modo que para complicar más las cosas tuvimos que hacer el camino a pie y buscar un lugar en el pueblo que nos prestase una bomba. El único sitio donde podíamos arreglar la bicicleta era una gomería (un taller) que estaba cerrada. Tras mucho preguntar encontramos un sitio donde hacían alfombras artesanales con un telar y, con un compresor pudimos arreglar el pinchazo e inflar la rueda. Volvimos para casa y al día siguiente, para nuestro horror, la cámara había vuelto a perder aire. Aún así tenía el aire suficiente para llegar a Seclantás pedaleando. Era 25 de mayo, día de la revolución Argentina de 1810 y el primer paso para la independencia de 1816. De modo que todo el pueblo estaba reunido en la plaza para celebrar la efeméride.

Elaboración de alfombras de forma artesanal con telar
Celebración de la Revolución del 25 de Mayo de 1810

Asistimos un poco al acto y fuimos a la gomería pero el señor no estaba una vez más. Encontramos un policía que nos dijo que ese día se hace locro comunitario y que toda la gente del pueblo estaría en el pabellón para comer. Nos dijo que también podíamos ir a comer. Así que aprovechamos, el locro es una comida tradicional, sobre todo en el norte de Argentina. Hacía ya algunas semanas que buscábamos un sitio donde probarlo y pedir la receta. Un feliz suceso pues, probamos el locro y el cocinero Chano nos explicó cómo se prepara la receta.

Locro

Volvimos más tarde a la gomería para arreglar la bicicleta que tenía dos agujeros pequeños. Ya está por fin arreglada! Nos falta comprar una bomba de aire, tal vez el material más básico que puede llevar un ciclista. Con el locro y la cámara arreglada terminamos nuestra estadía aquí. La próxima estación, Cafayate.

18 mayo, 2017