Camping municipal de El Colorado

La mañana apareció despejada y tras conseguir agua con la policía seguimos por ruta 1 rumbo a El Colorado. Esta carretera al tener menos tráfico y predominar los esteros vuelve a ser un paraíso para las aves. La cigueña americana de patas y ojos rojos nos hacían olvidar los km. Hacia el mediodía, aquí se come a partir de las 12, llegamos a Mayor Villafañe. Una cosa curiosa es que si las carreteras están por lo general en buen estado, al llegar a los pueblos aparece el polvo y la tierra, salvo en la avenida principal y la plaza central. Comimos en el único sitio que vimos. La comida argentina es a elegir entre milanesas, empanadillas y platos con carne. Las empanadillas están muy buenas y son una buena opción, aunque sin abusar pues son fritas.

Después de comer a pedalear y poco a poco el cielo se puso más y más gris. Primero fueron unas pocas gotas y después muchas gotas grandes. Llegamos mojaditos a El Colorado y nos cambiamos en una heladería, la única tienda abierta al mediodía, donde esperamos hasta que parará la lluvia. Nos dio una tregua de un par de horas que aprovechamos para comprar la cena y llegar al camping municipal, a las afueras de la ciudad. Todo bien hasta que la calle por la que íbamos se volvió un barrizal imposible del que no podíamos ir ni para adelante ni para atrás. Lo superamos pero las bicis ganaron 3 kilos en barro y sin manguera fue difícil de sacar. Finalmente llegamos al camping que tenía zona cubierta donde acampar.

En el camping nos hemos quedado dos días más esperando que la lluvia terminara y acabamos por trasladarnos al cuarto de los baños pues aunque estábamos cubiertos la lluvia era muy fuerte, nos mojábamos para ir a buscar agua y estábamos cerca del río. Por aquí las inundaciones son frecuentes. Por suerte el camping está regentado por serenos de día y noche que tienen una pequeña despensa donde pudimos comprar la cena y comida.