Prudentópolis
La comunidad más ucraniana de Brasil rodeada por más de 100 cascadas

En el sur de Brasil existen diversas colonias de poblaciones europeas que llegaron al país procedentes de Alemania, Ucrania, Italia y otros lugares. En Prudentópolis, la principal oleada fue de ucranianos. Nosotros nos quedamos dos días con Andrey Romaniuk cuya identidad no se define por el origen ucraniano de sus antepasados sino por su pasión por la escalada.

Hasta llegar a casa de Andrey pedaleamos rodeados de campos y campos de soja, el principal cultivo del estado de Paraná. Como otros días el altiplano de Paraná es un continuo sube y baja donde el desnivel positivo y negativo es prácticamente el mismo al final del día.
La soja no es el único cultivo de este estado, también se cultiva maíz y trigo en campos donde crece aislada la araucaria. Paraná es el segundo estado mayor en producción de soja del país, que es transportada en camión hasta el puerto de Paranaguá. De ahí sale hacia el resto del mundo. Parte de esos granos que pierden los camiones, son devorados por las gallinas que nos encontramos a diario en la carretera.

Andrey nos dio a probar muchas cosas en su casa. Entre otras el Peroguê – una masa rellena de patata y mozzarella, acompañada de una salsa de tomate y crema de leche – , y nos contó que fue tras la II Guerra Mundial cuando se produjo la segunda y mayor oleada de ucranianos, si bien la primera fue en 1896 cuando cerca de 8.000 salieron de Ucrania rumbo a Brasil. Por todo ello, Prudentópolis es considerado la ciudad más ucraniana de Brasil, con un 80 % de los habitantes descendientes de esa región de Europa.

Con Andreij vive Pinga, una perrita muy simpática y “pura” como dice Andrey. Su casa es muy bonita y pasamos todo el día descansando y leyendo hasta que por la tarde fuimos de excursión a una de las más de 1oo cascadas (cachoerias) de Prudentópolis. Algunas de las cascadas tienen más de 100 metros de altura. El coche de Andrey sube cualquier montaña por jodida que esté la pista y con él y Pinga fuimos hasta el Salto Barão do Rio Branco, con 64 metros. Su visión, hizo que quedaramos apasionados por las cascadas.
También nos prestó un libro “Duas viagens ao Brasil” basado en los relatos de Hans Staden que llegó a Brasil en el siglo XVI y fue hecho prisionero por los Tupinambás en la región de Bertioga. Se salvó de ser ejecutado y comido por los indígenas consiguiendo escapar a Europa donde escribió las peripecias de su experiencia en Brasil. Un relato etnográfico muy interesante y descriptivo sobre las prácticas caníbales y los modos de vida y costumbres de los Tupinambás.
Impresionante cascada, anticipo de Iguazú. Cuidaos mucho. Besos
Espectacular Pilu. Pasamos por una ciudad que se llama Sao Sebastiao, me acorde de ti 😉