Monte Quemado

La ciudad más grande por la que pasamos de Santiago del Estero

Pedaleamos bastante ese día, unos 110 km. Nos reencontramos con viejos conocidos, los menonitas, en su versión más ortodoxa, los amish, con toda su indumentaria habitual y los carros que usan para el transporte. Viven apartados a unos pocos km de Pampa de los Guanacos. Paramos a comer en un pueblo que había a mitad del camino. Como no, una milanesa de pollo, eso sí muy buena.

Por el  camino encontramos este palo borracho en medio de campos de soja, tal vez limitando propiedades

La tarde se nos fue echando encima poco a poco, aunque llegamos a Monte Quemado aún con un poco de luz. Un hombre paró su coche a medio camino, se bajó y vino a buscarnos. Resultaba que era de Las Breñas, nos preguntó si éramos los europeos porque había oído de nosotros y quería enseñarnos varias recetas e invitarnos al Locro, un plato que ya nos han hablado bastante. Nos aconsejó varios platos de Salta, Jujuy y Bolivia.

Fuera de los arcenes de la carretera es frecuente encontrar vehículos, recuerdan a los pecios del fondo del mar

Los últimos km estos días nos comemos siempre el sol de cara, que aunque no muy fuerte nos va tostando. Al llegar a Monte Quemado vimos que había un puesto de gasolina de 24 horas y ya no buscamos ni policía ni bomberos. El puesto no era tan bueno como el de Pampa del Infierno pero pudimos cocinar y montar la carpa. Por la noche cayeron unas pocas gotas de agua que nos hicieron temer un poco, pero no fue nada. Lo único malo que los argentinos se pasan el día poniendo gasolina, día y noche.

6 mayo, 2017