Irati
Pela BR-277, una carretera que no tiene 100 metros planos

El martes de carnaval lo celebramos con 74 kilómetros por un terreno rompe pierna. Por suerte hemos dejado un poco atrás el calor del litoral y al encontrarnos en un altiplano a unos 900 metros sobre el nivel del mar, los días son más llevaderos y las noches frescas.
Por la carretera el paisaje es de pinos y araucarias, la mayoría aisladas y muy codiciadas por su madera. Algunas de ellas tienen centenares de años y tristemente los bosques de araucarias han prácticamente desaparecido.
Hacia el mediodía llegamos a Irati donde nos recibe Gustavo, nuestro anfitrión de couchsurfing, exbanquero que renunció a ese estilo de vida por uno más tranquilo como profesor de universidad, mientras hace su doctorado en administración.
Por la noche pudimos oír y ver los sapos que vinieron a visitarnos pero que no supimos identificar la especie. También conocimos a Bruno uno de los estudiantes que va a vivir en esa república, grande y compartida, donde solo viven estudiantes. Como no, fruto de las charlas aprendimos algo más de la intención del gobierno brasileño de construir centrales hidráulicas aprovechando la riqueza hídrica de Brasil, en detrimento de su medio ambiente y de las poblaciones indígenas que habitan cerca de los ríos.