Ilha Grande
¡Dale más gasolina!
Seguimos el consejo de la bombera Sandra y decidimos hacer un alto en el camino y trasladarnos en barco hasta Ilha Grande, la mayor del estado de Río. El barco más barato es el que cogimos nosotros que sale de Mangaratiba a las 8 de la mañana y antes de las 10 te deja en la isla. Cuesta 15 reales (4,40€).
Pero, ay amigo, a veces lo barato tiene sus cosas. Apoyamos las bicis en una de las salidas del barco y de repente empezó a caer lo que creíamos agua. Era gasolina. Va bien para limpiar las bicis, pero no tanto las alforjas y mochilas que se salvaron gracias a llevar las fundas para la lluvia puestas. Pese a este pequeño percance las vistas de la isla desde el barco valen mucho la pena.
Llegados a la isla, además de unas agujas y alguna tortuga marina, nos recibió el olor de las basuras que iban a embarcar para llevar a tierra. Del barco al cuartel de bomberos había 200 metros. Nos las prometíamos felices pues veníamos con la recomendación de Sandra, la bombero. Infelizmente (una palabra que nos van diciendo a menudo) no nos pudimos quedar con los bomberos porque no tenían espacio adecentado para mujeres. Lástima. Pues nada, un camping y tienda, si pagas en efectivo es un poco más barato que con tarjeta. En el camping pudimos cocinar un plato de espaguetis con verduras, para innovar. Aunque poca broma nos apetecía mucho comer pasta, además de que por fin dejaríamos de llevarla encima porque la habíamos comprado hacía 3 días, junto a otro kilo de arroz que se ha acurrucado muy a gusto en nuestras alforjas. Y no es que hayamos adoptado estos cereales, sino que las botellas de gas que compramos en Río no se adaptan al fogón de gas que traíamos de Europa. La opción de comprobarlo antes nos pareció absurda. En el camping tuvimos la compañía de cangrejos azules que cuando no había personas cerca salían de debajo tierra.
Pasamos un día relajado, haciendo amistad con unos primates pequeños, unos titís (Callithrix jacchus) y durmiendo bajo una morera en una isla paradisíaca, con algunas pegatinas ya que alertaban de su privatización.