Curitiba
Pedaleando por la BR-277 hasta Morretes y yendo de autobus hasta la capital del estado de Paraná donde nos encontrámos con Luiz
Estábamos de vuelta en la carretera y en las BR’s que habíamos dejado en Peruibe. La BR-277 es la que vamos a seguir hasta Foz de Iguazu, con un arcén muy amplio que permite pedalear con tranquilidad.
Pero nuestra ruta no iba hasta Curitiba de bici, pues implicaba atravesar la Sierra de Graciosa y afrontar un desnivel de 1300 metros. Por tanto, dejamos la BR para tomar una carretera secundaria muy bonita donde además de bananeros, había algún que otro pino y eucalipto. Esta zona del sur de Brasil es más prospera y se veían casas muy grandes y menos casas a medio construir.
Llegamos a Morretes, donde pensábamos tomar el tren histórico hasta Curitiba, pero la empresa que gestiona el servicio nos dijo que no tenía el billete más económico disponible. El siguiente billete ya subía bastante, así que cogimos el bus (35 reales bici incluida) a nuestro pesar porque la línea de tren hacia Curitiba atraviesa los paisajes de la Sierra de la Graciosa, donde se encuentra uno de los tramos de mata atlántica mejor preservados de Brasil. Es además uno de los pocos trenes que circulan por el país, a pesar de que tiene vías construídas donde no circulan trenes.
En Curitiba nos recibió Luiz, un loco de la bici que en 2013 recorrió casi 3000 km en 24 días yendo desde Brasil hasta Chile (Santiago). Su próximo viaje va a ser por Europa donde piensa ir de París hasta Moscú. ¿En línea recta? ¡Que va! Piensa seguir el recorrido del Tour de Francia de 1910, pues fue la primera edición que subió el Tourmalet, en los pirineos franceses y una de las cimas más famosas del mundo ciclista. Por casa tiene varios elementos de decoración como la corona y los platos de una antigua bici con la que fue atropellado, sin que él sufriera un accidente grave aunque la bici murió.
Nos ayudó también con una de las bicis pues al llegar a Curitiba se soltó el desviador trasero por un error en el montaje de la cadena de la bici. Al día siguiente pudimos repararla con el mecánico del Velo club Curitiba, que se llama Puma, y la dejó como nueva. Dormidos dos días en su casa y estuvimos muy a gusto.