Cafayate
Auto-stop y mucho polvo en la Ruta Nacional 40, donde se encuentran los viñedos más altos del mundo
Tras pasar una semana y media dejamos Seclantás para seguir en dirección a Cafayate por la famosa ruta 40, que recorre el país de norte a sur en un total de 5.194 km. Esta zona es de gran interés turístico debido a sus ruínas arqueológicas pré-hispânicas o a sus conocidos y apreciados vinos de los Valles Calchaquíes. Aquí es donde se encuentran los viñedos a mayor altura del mundo. Cafayate es conocida por sus bodegas y vinos regionales, así como por sus paisajes naturales.
A pesar de ser una ruta turística, la 40 en esta zona es un camino de tierra en malas condiciones, sobre todo para las bicicletas, que sufren mucho las ondulaciones producidas por los fuertes vientos. Pensabamos comer en Los Molinos, a 20 km de Seclantás, pero debido a las condiciones de la carretera decidimos pedir autostop y, para nuestra sorpresa, ¡lo conseguimos a la primera! Una familia que iba para Cafayate nos llevo con ellos más de 100 km. Fuimos con las bicicletas en la parte de atrás. El camino es muy bonito y pasa por la espetacular Quebrada de las Flechas, formaciones rocosas puntiagudas e inclinadas en forma de flechas, un paisaje único e impresionante.
A pesar de toda la suerte que tuvimos con que nos llevaran y con la belleza del camino, el día se fue enfriando y el viento nos llenó de polvo. Llegamos a Cafayate empolvados como nuna, después de 2h de camino, y con bastante frío. Así que, la primera cosa que hizimos fue buscar un lugar donde dormir para poder tomar una buena ducha caliente. La primera opción fue dirigirnos a los bomberos pero nos dieron calabazas, con lo que fuimos a la plaza central de Cafayate hasta el puesto de turismo y buscar un mapa. Pero los buscadores fuimos encontrados, por Rafa que nos informo acerca de su camping. Eran 50 pesos (3 euros), en la zona del centro, con baño caliente y uso de cocina, lo que nos pareció perfecto. En el camping encontramos otros cicloviajeiros, Carlos y Paola de Colombia, Luis de Buenos Aires y Theodoro de Suiza y también con mochileros de varios países, incluido un portugués, Diogo, que llevaba siete meses y cumplía años ese día.
Cenamos en un lugar muy económico, 50 pesos un menú que incluía plato y sopa, y volvimos al camping donde intercambiamos ideas con los otros viajeros. Bebimos vino de Cafayate y jugamos a cartas durante algunas horas, y luego dimos una vuelta para conocer la noche de Cafayate. No iba a ser mucho rato porque al día siguiente teníamos 100 km por delante, pero aún así se nos hizo un poco tarde.
La verdad, la Ruta 40 tiene partes que son dignas de un paisaje lunar… No, no me refiero a sus paisajes… ¡me refiero a su estado! Nosotros recorrimos gran parte de ella, pero en el Sur del país, y juro que hubo momentos en que pensé que nos quedaríamos de a pie.. Por suerte no sucedió (aunque vimos una familia que había volcado su auto…) pero creo que le falta mucho para ser lo que se promociona. Una pena, otra de las tantas y tantas cosas que hay que mejorar en éste país. Saludos chicos, y buenos viajes.
Fue por la 40 donde se quedaron sin nafta? o fue aquí donde había un descenso muy abrupto y un charco de agua cuya profundidad era desconocida?
En Salta nos dijo la gente que mejorar la ruta 40 no es una prioridad y que la provincia tiene otras. Pese al mal estado de la ruta, los paisajes son lunares cierto.
abrazo chicos!
¡Jaja! No, lo de habernos quedado sin nafta fue en la «Ruta del Desierto», en la provincia de La Pampa… Lo del riachuelo al bajar la pendiente era a poquititos kilómetros de la Ruta 40, en un caminito de ripio en que nos metimos para ver un lago que no está tan señalizado… ¡Pero valió la pena! 😀 … Los tramos de la Ruta 40 que van desde lo que sería Villa Pehuenia (Neuquén), pasando por Chos Malal, también de esa provincia, y durante buena parte incluso de Mendoza, que son algo así como unos 150 kilómetros en total, sumados, son una verdadera pesadilla. Fue justamente faltando una veintena de kilómetros para terminarlo, que vimos aquella familia que había volcado. En fin…
Ah, ok, se confunden las rutas pero no los hechos
¡Aaah, por cierto! Al final, ¿Pudieron ayudar con el techo a los chicos de Seclantás? ¿O todavía piensan volver?
No, una pequeña decepción pero bueno, les cuidamos los gatos que eran simpáticos
¡Ufff, qué pena! Pero a no desanimarse, ya vendrán nuevas oportunidades 🙂